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Gonzalo Pizzurno(Vida de objetos)

 Dedos, arma y dolor...


Siento el frío del metal en las yemas de mis dedos. Ella me abraza, me obliga a apretarla…

Mi dedo índice esta preparado, mientras siento sobre la palma, su cuerpo torneado. Ella me obliga…

Mayor, anular y meñique, caen sobre su vientre; que la apriete, ella me exige…

El anular se contornea, se dobla en reverencia sobre la extremidad metálica y sexy, hasta que escucho un clic, ella esta lista…

Siento el contorno de un pequeño círculo helado en mi sien, cierro los ojos, disfruto su frialdad, me robo la última bocanada de oxígeno…,

El tiempo se detuvo…

El índice toma impulso, presiona; eres mío, ella grita…

Silencio…

Oscuridad…

Y el eterno tormento de no querer sufrir más…

Sombra

Siempre pegada a mis zapatos, me imita con movimientos retorcidos, alargados y ondulantes. Muchas veces me supera en altura, otras es mas baja o simplemente me iguala.

Atenta a mis movimientos, me vigila y hasta se esconde entre sus congéneres, sé que está ahí, a mí no me engaña, sé que planea algo y que se rie a mis espaldas. Me acosa día y noche, haciéndose notar de vez en cuando utilizando cualquier artilugio para que yo la note, se alió a las luces de los artefáctos y hasta sedujo al sol y la luna para ponerlos de su lado; ellos no saben, no entienden, no tienen idea que quiere molestarme; volverme loco. Pero no va  a lograrlo, no a poder conmigo; porque yo si sé lo que trama y hasta ideé un plan para defebderme y contraatacar …

Descubrí que envidia al reflejo, odia los espejos, el agua o todo elemento que reproduzca mi imagen; ellos no imitan, no se rien de mí. No ocultan intenciones, ellos muestran lo que soy, no se burlan haciéndome más alto, más bajo, más flaco o más gordo  deformando mi imagen volviéndola tenebrosa. Ellos me muestran tal cual soy; y cuando me hacen más alto, más alto, más bajo, más flaco o más gordo lo hacen para levantarme el ánimo, para provocar una sonrisa o una carcajada, demostrándome siempre con ello sus buenas intenciones y buenos sentimientos hacia mí…

Coloqué espejos en toda la casa y mientras lo hacía ella me observaba preocupada al ver mi alianza y amistad con los espejos, por primera vez sentí sus miedos y su envidia hacia mis aliados; la molesté, y eso me hizo sonreir. Mi plan de defensa y contraataque estaba en marcha…

Al principio fueron diez espejos ubicados en lugares que yo consideraba estratégicos debido a mi mayor presencia allí, después fui aumentando la apuesta…

Lo que al principio eran espejos comunes de distintos tamaños, fueron tomando grandes dimensiones y diferentes formas. Comencé a a experimentar en una pequeña habitación donde cubrí el techo, las paredes y por ultimo el piso con elementos que produjeran el reflejo de mi imagen, la luz era esencial. Pude evadirla, mi plan comenzaba a dar resultados…

Con el tiempo fui haciendo lo mismo en toda la casa, el living, el comedor, el baño… Todo, absolutamente todo estaba cubierto de espejos. Aquella maldita había sido expulsada de mi hogar y de mi vida; solo tenía que mantenerme aqué, en bunker, donde soy feliz entre espejos con luz permanente y la satisfacción de haber vencido a mi enemiga. Ahora pretendo ayudar a todos ustedes que son acosados por aquel repugnante ser que quizo un día volverme loco, pero que no pudo.

 Sombra, sé que estás ahí, que esperas agazapada para poder acosarme. ..

Quiero que sepas que estás en problemas y que al leer este escrito otras personas sabrán como defenderse de ti ; despídete de los humanos y regresa al infierno de donde jamás tendrías que haber salido…   

 

Cactaceae
Las cactáceas (cactaceae) son una familia de plantas suculentas y, en gran mayoría, espinosa, conocida en conjunto como cactos o cactus. Dicha frase era repetida por mí diariamente y a toda hora como si fuera una oración…

Clavado en medio de la arena caliente el sol era mi única compañía y por lo tanto uno de mis mejores amigos, mi trabajo consistía básicamente en mantener mis brazos en forma de “U” hacia arriba, amenazando clavar con mis espinas alguna nube distraída que volara bajo con el fin de extraerle hasta última gota de agua.

Durante la noche y con la complicidad de mi otra amiga, la luna, podía relajar mis brazos. Ella vigilaba mis sueños y relajaba mi cuerpo con aire frío, ocasionalmente me regalaba masajes de arena, ¡un placer!, se los recomiendo….

La vida transcurría tranquila, sin mayores sobresaltos. Las charlas con el sol, los masajes con la luna, admirar la inmensidad del desierto era sumamente placentero, la soledad era mi amante, mi confidente, mi todo…, hasta que una pequeña sombra a mis pies llamó mi atención, un roedor (pensé), pero no, era un humano. Una vez pude ver uno desfallecer y después morir a metros mío, por eso los conocía…

En particular, éste era pequeño, creo que hembra, tenía abundante pelo en su cabeza que caían sobre sus hombros y atados a su vez en dos ramilletes, uno hacia la izquierda y otro hacia la derecha

El humano hembra se paró frete a mí, me miró fijo, me tocó, sentí su pequeña mano tocar unas de mis espinas, esa fue una de las experiencias mas aterradoras de mi vida de cactus…

Como por arte de magia el desierto desapareció y automáticamente me encontré en medio del bullicio de una gran ciudad, sonido de vehículos, de máquinas y de personas que pasaban a mi lado mirándome y hablando por lo bajo, se reían como ocultándose…

Esa pequeña mano de aquel humano hembra me trajo a este mundo, entendí entonces que era una niña, y de la mano de su mamá me miraba, escuché preguntarle – ¿Qué hace este señor con las manos hacia arriba parado en medio de la vereda, hace tantos años y sin moverse?-, a lo que su madre contestó – el señor no esta bien de la cabeza, no lo molestes…-. Aquella frase me despertó, mis dos ramas eran brazos y toda mi estructura era humana, de repente el hambre y la sed fueron descomponiendo mi cuerpo paulatinamente,  desintegrándolo, y mientras iba desapareciendo pensé…

 “¿como desperdicié mi tiempo creyendo ser algo que jamás fui…?”

Borcegos

 



Me adelanto a mi hermano derecho, es una carrera interminable, lo veo pasar una y otra vez, me sonríe como con burla, hago lo mismo cuando paso a su lado, el viento de la velocidad de ir hacia delante, y sentir el plop de la tierra hecha polvo explotar sobre mí cuerpo, me estrello contra ella, la nube de polvo me abraza, quita mi brillo, seca mi piel, veo a mi hermano pasar y esta en mis mismas condiciones…
 


 Quedo clavado en el polvo, mi hermano llega a mi lado, kilómetros de carrera bestial llegan a su fin, el pie que llevo dentro de mí suda más aun, de repente y tras oír una discusión, me veo elevado e impacto contra un cuerpo humano, golpeo varias veces contra el, atónito mi hermano observa como el polvo que me recubría se mezcla con sangre de aquel cuerpo extraño, estoy bien le grito, a lo que el contesta con una sonrisa, esta vez de aprobación y tranquilidad; volvemos a quedar juntos, mi hermano derecho y yo el izquierdo. Esta vez el es utilizado para mover el cuerpo inerte que estas en el piso, lo observo realizar toques suaves, a lo que el cuerpo parece no reaccionar. Volvemos a juntarnos y nos miramos, mi hermano es levantado repentinamente a lo que sigo yo, esta vez nos pasamos miles de veces a una velocidad tal que casi no nos distinguimos entre nosotros…

Polvo, pasto, piedras agua y barro, a velocidades que solo permiten adivinar cada cosa por haberlas conocido antes, mi hermano choca una piedra, tiramos el cuerpo que transportamos, me arrastro por toda la tierra y rayo mi piel, escucho a mi hermano decir ¿estas bien?, si, le contesto, es solo un raspón. Gritos, confusión y velocidad, tras la caída, sonido de disparos, balas que pasan cerca, algo vuelve a tirarnos; miro a mí hermano, esta herido, una bala a traspasado su cuerpo, le grito una y otra vez, esta teñido de sangre humana que brota del pie que transporta…

Sonido de sirenas, más gritos, más confusión, junto a mi hermano, sobre el polvo lo veo morir, con un agujero en su cuerpo, sin el no soy nada, ya no habrá competencia…

Mi hermano es arrancado y dejado a un lado, desde una ambulancia lo veo morir, grito a las personas pero no me oyen, ayúdenlo, por favor, ayúdenlo!!!, la puerta de la ambulancia se cierra, jamás volvería a verlo; dentro del móvil soy arrancado del pie que abrigaba y me arrojan por una ventanilla…

 No se cuantos años llevo aquí, a orillas de una ruta desolada, escucho los autos pasar y jamás detenerse, el sol y la lluvia han hecho estragos en mí, ya no hay carreras para mí,solo el recuerdo de las discusiones y la competencia con mi hermano inventan en mí una sonrisa…


La flor

 

 

Alguna vez  fui hermosa, fui símbolo de belleza, de vida…

 

Vi la luz un 22 de Septiembre de 1985, en el jardín de los Agüero, con la primera luz del sol, me abrí a la vida y sentí la caricia protectora de los rayos, ellos me recibieron, me mimaron, me protegieron; iluminaron mi vida…

Mis hermanas observaron mi nacimiento, las charlas con ellas eran interminables y las visitas de seres alados parecían infinitas y periódicas.

Los días transcurrían alegremente, cuando de repente y en forma violenta fui arrancada de mi familia, Patricio, el padre de familia que me cuidaba, tijera en mano, amputo la parte de mi cuerpo que me unía al tallo de mi madre.

Una sensación de angustia, soledad, miedo y desapego corrió por mis venas, los ojos de aquel hombre robusto que me arranco de mi familia se posaron en mi, con la misma tijera que me había amputado, arranco una por una mis espinas, le grite, le implore, pero no me escuchaba…, una lagrima mojo mis pétalos mientras me acariciaba y mencionaba el nombre de su esposa, Jacki te amo, decía…

 

Vi la luz un 22 de Septiembre de 1985, de las manos de Patricio fui transportada a las manos de Jacki, pero sus manos no eran calidas, sino frías e inertes…

Mojada en lágrimas me encuentro entre dedos que perdieron la carne, solo parte de mi cuerpo da una pista de lo hermosa que fui…

                                            Gonzalo Pizzurno

 

El clavo

 

Desde lo alto del edificio, el verde césped se veía imponente…

 

Estoy aquí desde que tengo memoria, llevo una vida feliz, nuestro trabajo solo consiste en estar, las personas nos admiran desde el edificio de frente, vivo en esta plaza, soy un elemento más, un miembro mas para formar esta gran alfombra verde, estoy orgulloso de ser admirado por ello, por ser césped…

Muchas personas tratan de menospreciar mi trabajo, me miran con desprecio, me dicen que soy distinto; yo se que no es así, solo lo dicen para rebajarme, para que no me sienta como cada pasto, porque así le dicen a mis hermanos, “pasto”; si ellos supieran que para nosotros el que nos digan pasto, es motivo de orgullo, de hermandad, de unión, ser un pasto es ser parte de un todo, con un objetivo, dar placer a la vista, al tacto y al gusto a los seres vivos. Para los animales somos un manjar fresco, suave, delicado, para los hombres, belleza y placer a la vista, acariciamos sus ojos, sus pies descalzos, le damos comodidad a  sus cuerpos en sus descansos…

Mi vida transcurría feliz, un día el jardinero, el mismo que nos podaba, que nos mimaba, detuvo su podadora, se inclino hacia a mi, me observo y sujetándome desde mi cabeza me arranco hacia fuera, alejándome de mis hermanos…

Nunca entendí su cara de asombro al quitarme de ahí, solo recuerdo aquella frase, “ que hace un clavo en mi césped...?, acto seguido y con cuidado fui depositado sobre una heladera, en una cocina, los días trascurrían aburridos, solitarios, hasta que un día comencé a mirar a mi alrededor, frente a la heladera había una ventana y en el reflejo de su vidrio pude ver la imagen mas horrorosa jamás vista por mi, pude verme a mi mismo, no era delgado, verde y suave como mis hermanos, todo aquello de lo que estaba orgulloso se desmorono en un segundo, no era pasto, mi contextura era gruesa, rígida y mi piel se veía oxidada…

Como sobrevivir al horror de ver lo que realmente soy, como sobrellevar al espanto de vivir siendo yo mismo, como admitir y decir lo que no quiero ser, pero soy, como enfrentar la cruda realidad de ya no ser un pasto, antes parte de un césped, para decir ahora, soy un “clavo…”.

                                            Gonzalo Pizzurno

 
   
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